14.6.11

Mocedades

Me gusta pensar que soy auténtica y que en realidad sería más una víctima de Patrick Bateman que él mismo. Pero de repente igual mis ambigüedades me asustan y como me conozco más que la cresta, esos dolores de guata de repudio después de haberme encandilado me dan más miedo que placer. Pido amor como una enferma para después gritar que me dejen sola y que se vayan todos a la mierda. Y esa suele ser una actitud tan mia como la primera. Me encanta tener algo que pensar, me encanta ser crítica y que nada funcione para tener cosas que analizar. Y así se me va a ir la vida, porque siempre todo funciona al revés y eso tiene su gracia. Pero me canso. Y he aquí una revelación más ex-nihilo que muchas, porque en realidad no tengo razones para escribir más allá de esas que me matan cuando voy caminando por la calle hablando sola, soportando el peso de una cabeza que de repente es más grande que yo misma y me transformo en una metonimia con lindas botas.
Lo único que quiero es llenar el silencio con besos. Unos gordos, apasionados, primeros besos. Primeros besos para siempre nunca. O ausencia total y sentarme a mirar el cielo con un árbol detrás y un chal cuadrillé. Un montón de sueños en grande.

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