22.8.08

I like it.

A veces igual me pregunto porqué esta mierda es tan rosada y porqué intento parecer Ana Frank cuando en realidad soy más parecida a Charles Manson. O porque siempre estoy en búsqueda de algo particular, algo individualizante, algo que me saque del ensueño, algo nuevo, algo. Porqué tengo el cancer de la complicación o porqué no mejor me busco amigas con las que compartir las cosas en vez de pensar en pagar un sicólogo. Después de un rato me detengo y pienso que igual me gusta. Que tiene su gracia, y que el vacío es una sensación adictiva. Luego, pienso que perdí el miedo, mientras me invento otros nuevos para no quedarme colgada. Y así descubro que a lo único que no le tengo miedo es a nombrar mis miedos, uno por uno, apretandome, igual como cuando me saco los puntos negros de la cara, o cuando me trituro los pensamientos para dejarlos guardados en algún archivo secreto del computador.

10.8.08

Flesh.

Soy naturalmente sexual.
Los zapatos me excitan. Los aros, los tapices, los pies, los diseños, las clavículas, los abrigos, las manos, algunos cuadros, Schiele, Angiolina Jolie, las bufandas, las sorpresas, algunas palabras tácticas y por supuesto, encontrarme con una mano entre las piernas.


Sweet home Alabama.

Confieso que no pienso en muchas cosas, que siempre termino taladrándome la cabeza con ideas fijas que nunca me abandonan. También confieso que duermo poco, que me agrada dormirme tarde pero también me gusta levantarme temprano, aunque eso no sea sinónimo de que me guste despertar. Me carga despertar y cambiar de estado. Creo que al agua nunca le ha gustado que la transformen en vapor y como somos 80% de agua, en realidad me carga salir de mi cama calientita y mi estado de persona en estado REM para despertar y enfrentarme a la vida. Un sicoanalista podría facilmente inferir que le temo al futuro, al descubrimiento o al desenvolvimiento sexual con libertad. Pero en realidad le temo al viaje. Ese concepto tan femenino del transcurso, de la dirección y el proceso para llegar a un punto fijo, el resultado, que en realidad puede no ser tan importante. Para mi el viaje es la razón del agotamiento y en ese sentido me gusta terminar y ya. Me gusta llegar y ya. La teletransportación será el invento de mi vida. La inconsciencia, el resultado. La inconsciencia y ahí volvemos a una de las otras ideas que me taladran la cabeza a diario.

4.8.08

Espíritus.

IV
Ahora hay pensamientos que no ahuyentarás,
ahora hay visiones que nunca se desvanecerán,
de tu espíritu no pasarán
jamás, como gotas de rocío sobre la hierba.
(Poe)


Mi nombre es Paz Moreno Parra. No sé quién soy ni qué quiero. No sé cuántas letras diferentes a las mías componen mi nombre. No sé cuánta sangre que no es mía me corre por las venas.
He querido olvidarlo todo.

1.8.08

Shovió y no hay nada que mojar.

Llueve. Como si el cielo pecara tanto que tuviera que llorar para expiarse. Ayer me dormí con esa sensación de soledad adictiva que me asechaba cuando estaba en algún hostal perdido de Europa. Con esa sensación tan particular de frio y de gusto porque el cielo es gris y no hay nada ni nadie que pueda detenerlo. Y esa actitud grisasea la comparte conmigo. Es singular, yo pensé que no la tendría nunca más porque se debía a la distancia y a lo ajeno. Pero me dormí ayer con esa sensación de que llueve para mi, de que en realidad la lluvia es un regalo algo tosco de alguien desesperado. Y eso me gusta. El olor, el ruido, el susurro. Lo mojado y lo húmedo, tan humano al final. Como si la lluvia adivinara que alguien necesita que le goteen las ganas. Yo lo necesito. No porque en realidad me sienta sola de "¡hey! no hay nadie aqui..."si no porque creo que existe una soledad necesaria, una autoexigida, que muchas veces olvidamos. Y la lluvia se encarga de recordartela con un baldazo en la carne de gallina.
Otra cosa que me recuerda esa sensación, (una más al alcance de la mano, por cierto, por que no podemos pedir lluvias refrigerantes en verano o en regiones apartadas como aquella que no mencionaré, pero que forma parte irremediable de mi vida) es el amanecer. Esa hora exacta, minuto, segundo, cuidadosamente dispuesto para realizar el cambio entre la noche y el día es exquisito. No se porqué en realidad. Puede ser porque a esa hora normalmente estoy durmiendo y no hay nadie más que se detenga a observar la ventana porque el resto de mi mundo también lo está. Puede ser porque estoy tan inmersa en la rutina que no hay motivo suficiente para quedarse despierto hasta eso de las 7.00 a.M. Puede ser porque es un regalo ocasional. No se, pero esa hora, es perfecta. Igual que la lluvia. Me hace tener consciencia de mi, casi obscenamente. ¿Cuáles son esas obscenidades? yo creo que habrá que esperar a la próxima lluvia porque me estoy absurdamente desconectada y no tengo ganas de escribir.