29.6.11

28Junio.

No me hubiera importado, en realidad, que no encontráramos la tumba. Habían muertos convirtiéndose en cosas desconocidas y perfectas. Hubo restauraciones invisibles.

Hay un miedo brutal ardiéndome en los brazos. Lo sabes, sospechas que a veces espero el abismo. Quiero que me vuelvas loca. Que nuestros recuerdos queden en placas agradeciendo los pecados. Quiero ir tan lento hasta que sea imposible aguantar las ganas de romperse las hojas en blanco.

Quiero que nos sigan penando entre maderas crujientes y una complicidad del verbo y el tiempoespacio trascendental. Búscame hasta que no queden dudas de que soy, escondida en tu pared.

24.6.11

Inés.

Inés,
te fuiste del mundo y ahí recién averigüé cuándo era tu cumpleaños. El 6 de marzo es un día de ciclos para mi y hoy lo consumas y te apoderas de él para siempre. Transitas por una carretera fría y amarilla en las manos de el loco de la funeraria que te lleva a una velocidad que expele el desprendimiento en la cotidianidad de la muerte. Te vestí y te maquillé a pesar de jamás haberte ido a ver enferma, porque intimamente nos odiamos toda la vida. Igual me reí de que al lado de tu auto pasaran un montón de camiones con esos gigantes aparatos para enrrollar cables que parecen carretes de hilo, un último homenaje a ti, hija de la máquina singer con aguja indestructible que sí te destruimos cuando niñas con mis primas.

Ahora lloro todo lo que no lloraré ni mañana ni pasado. Por que no lloro por ti, ni por mi abuelo, ni por mi padre, aunque eso me parta en trozos. Lloro por lo que no fuimos. Lloro por todo lo que implicaste y lo que implicas, por los pedazos repartidos de mi niñez que se quedaron en tu casa, debajo del costurero, en esa mesa, en las tijeras cuando las perdíamos, en las telas que me robé de tu casa para hacerles vestidos a mis barbies, en la cantidad de estuco que te ponías para salir de tu frustración de Limachina inocente a la que le robaron la vida y los sueños y te diste cuenta solo para agarrar el cuchillo por el filo y tirar fuerte en el sentido contrario.

Lloro porque me aplasta la inexorabilidad de la muerte. Me aplastó cuando vi morir a un ser ínfimo en mis manos y ahora más, cuando entiendo que ya no estarás nunca, cuando veo que abriste los ojos y te fuiste por siempre en un grito ahogado que te cerraron con miles de posibilidades de esas que se conversan con el morbo de la muerte en los pasillos ciriados de tu velorio.

Inés, nunca supe decirte abuela, aunque siempre lo hice, porque te tenía un respeto metido por las narices con filos de obsidiana. Inés la cruel, Inés la despiadada, Inés la sin culpas, Inés la rompe cuerpos, psiquis y gnosis, Inés, la madrastra de mi padre, Inés la mamá de mi padre.

No nos quisimos, Inés. Tú no me quisiste por mi cuerpo y yo porque soy inteligente y no quiero a los que no me quieren. Porque fuimos distintas en esencia y la sangre nunca nos tiró. Porque a pesar de lo mucho que me definió en una fracción de mi vida lo que los otros construyeron de mi, igual me logré arrastrar del barro, me lamí y seguí limpia. Las costras duraron lo que el sol tardó en secarlas y después me las saqué yo misma, aunque con ellas me fuera un poco, sin saber si volvería a crear corteza.
No sé si lograste salir de la tierra.

Estuve ahí para ti, hoy, en una especie de comunión extraña frente a la ausencia de daño intensivo. Me temblaron las manos pensando en si te hubiera gustado lo que te eligieron para vestir y que, probablemente, habrías pensado que las telas que cubrían el ataúd eran un insulto. No por tu cuerpo marchito. No por mi padre latiendome en un abrazo en el que por dios, cómo deseé transmitirle que podía con su peso, que podía ser mi hijo, que podía derramarse sin temer, que mis pies estaban enraizados en el suelo y que nada me movería. Estuve ahí para ti porque aún no se porqué, pero estuve. Creo que bajo la misma lógica arbitraria que te hizo ser mi abuela. La misma participación sombría en nuestras vidas. Postrímera, funcional.

No te busqué, en eso estamos claras, pero no caben más opciones que las del artefacto, hoy, que veo las cosas con la distancia de lo sano y con la disposición que te entrega la muerte. Con eso me quedo, Inés. Con eso y con los chocolates repartidos y las comidas increíbles. Con esos gustos vintage y tu necesidad de acaparamiento que me resuena en mi casa barroca. Con todo lo antiguo que hay en tu casa y que me despierta ganas de recuerdos creados, como tu ropero. Me quedo con todo lo que no hicimos, con lo que podría haber sido y con lo que no supe nunca. Con el instinto que nunca hubo entre nosotras y te guardo amortajada en esas historias inocentes, en algún cofre que te haga honor y que no te despierte las iras aglutinadas en tu piel de mujer atrapada. No nos despertemos más nada, Inés. Solo descansa. Ya no puede alcanzarte el miedo.


22.6.11

La palabra Deseo. (Juego con Bataille)

La palabra deseo pronunciada desde tu boca conexa es más perturbadora que cualquier otra palabra. Incluso, de las impronunciables, las que aprendí a hablar hace poco. Es como entrar en el ojal a la primera. Como estornudar. Como encontrar la comparación perfecta. Es no tiritar cuando hacen 3 grados menos cero y quedarse desnuda esperando que te seque el ambiente. La palabra deseo en tu boca es una mácula. Es una persistencia de la memoria sin piedad que se empieza a movilizar de a poco, desde mi sien hasta el cuello, y se empodera de mis dedos hasta que me dan calambres en las muñecas. Nunca existió seducción desde el verbo, y hoy, la diosa Parole se agarra el miembro y me baila el caño cada vez que negocias mis propias pronunciaciones. La palabra deseo en tu boca es una invitación. La cópula de los términos no es menos irritante que la de los cuerpos. Y no puedo negarteme. No hay nada que podría negarte desde la perversión dogmática que insinúas. No me gritas Soy el SOL, me escribes Soy el diablo, soy la incertidumbre, soy el movimiento perpetuo, soy la evidencia, soy la vida, soy la muerte, soy los besos hablando, y me sobreviene una erección completa, y me convierto en tu vehículo, en los pedazos de tus manos recorriendote, en la posesión, en la medium que te entra por los ojos y se convierte en palabra. Soy palabra limpia y bien escrita al lado tuyo. Quiero ser todas las palabras que no has pronunciado. Esa es la palabra deseo en mi boca.

19.6.11

Dichos de Juan Gelman

Esto compramos en una salida, de lo terreno y lo etéreo, el viernes pasado. Un sujeto que vive de sus cuadernos de gomaeva ilustrados y poéticos. Me encantó sin saber cómo.

Cuando te conocí
mi corazon
tenia más hambre
que piojo de peluca.

Los piojos de peluca son así
capaces de morirse
de hambre en la mitad de la
belleza que no les da
de comer.

Pero ellos
embellecidos por
tanta belleza
se empiezan a sentir
otro animal
un jilguerito tal vez...
que vuela y
canta alrededor del día
un canario más amarillo
que el sol
más ardiente
un ruiseñor más hondo
que la noche
en que te conocí
y conocí
los dos trabajos del
pajarito atrapado
que son desatarse y atarse
herir la vida con amor
y padecer la herida
estar purísimo de amor callado y hacer
que su silencio le
reviente los tímpanos al mundo.

Yerbas de amor cubren al jilguerito
pero eso no quiere decir nada
no quiere decir que el canario comerá
que el ruiseñor no va a morirse de hambre
estoy hablando de cuando vi tu alma.
Y la alegria entró en mi
como un desconocido
y mi alma agradecida tuvo extraños primos
y te amé duplicadamente.

Para este fin de amor fuimos nacidos para esta desnudez
nuestro amor es más raro que un elefante francés
una vez pasó un elefante francés por el barrio
le sonreía a todo el mundo y decía
"bonyur" "bonyur"
pero ninguno le creía.

Dónde se vió a un francés sonreír a todo el mundo.

Solamente los chicos se animaban a tocarlo
le tiraban la cola para volverlo azul.
A cada tirón al elefante le salía un pajarito
un canario o un ruiseñor
que se ponía a hablar de tu candor
un jilguerito muerto de hambre
con los ojos llenos de tinta y de papel

Este amor es más difícil que cagar en un frasquito.

Te amo con todas mis fuerzas
sin comprender la verdad
Voy de la furia a la dulzura
de la dulzura a la pena.
Con cataratas en el ojo del alma.

¿Qué es la ignorancia? Algo ansiado, definitivamente un surco, una salida, un regalo, un don, sí un don de las más altas esferas de la compasión. Un obsequio para evitar el sufrimiento y para negociar la salvación. Lamentablemente, la compasión no ha sido benévola conmigo ni con mi receptáculo de conocimiento, que se llena y se llena sin ninguna posibilidad de ser repletado.

Escribí esto como parte de un gran proyecto de publicación. Palabra que me ha salido incondicionalmente por estos días como una posibilidad real de la cual rehuyo a modo inconsciente. Mis capacidades me traicionan. Sé que puedo a niveles interestelares y eso me hace dueña del mundo en potencia.

Estoy contenta por las historias que se están escribiendo y que todavía no tienen final y no tienen porqué tenerlo. Por el interés insospechado que suscito, malévolo y bienhechor, y por que no me dan miedo las calles. Quiero muchas cosas en el día, algunas que no son plausibles (como un baño de tina) y otras que se convierten en proyectos interminables como cocinarte o compartir un libro eternamente.

Y eso que no creo en la eternidad, pero de repente igual mi tatuaje debería decir I want to believe.

A modo de post scrip. No hay cuestionamientos posibles después de tanto tiempo. Pero entiendo, el dolor de guata visceral que se produce cuando no tienes certeza de nada y quieres tenerlas de todo. Entiendo que una se tenga que agarrar de todas las herramientas posibles para hacerlo más suyo en la medida en que pueda, hacer verdades las verdades que nunca hará verdades. Lo triste que no hay una sola de ellas, son tan múltiples como las patas de pulpo que se le salen cuando menos lo esperas. Y te tocan sin renunciar nunca a nada, mientras tú renunciaste a todo. Es muy power estar ahí. Pero yo ya no estoy. Realmente, bajo ningún punto de vista, simbólico, alegórico o real, no estoy. Y quien sea que crea que debo permanecer ahí en algun modo, no es así, ya me fui, así que no hay nada que temer. Mis brazos son parte de otras organizaciones macropoderosas, más intensas y menos drenadoras. Inside. Y eso es. De lo que fue, debería o será, es un muerto del que no me hago cargo ni lo haré, porque por algo los muertos se entierran, se pudren y dejan de ser, como corresponde.


17.6.11

Está Sobrevalorado

Está sobrevalorado el contigo pan y cebolla
Está sobrevalorado el facebook
Está sobrevalorado el amor
Está sobrevalorada la familia
Está sobrevalorada la sobriedad
Está sobrevalorada la madurez
Está sobrevalorada la democracia
Está sobrevalorada la Teletón
Está sobrevalorada la maternidad
Está sobrevalorada ebriedad
Está sobrevalorado el Padre
Está sobrevalorada la Madre
Está sobrevalorada la discapacidad
Está sobrevalorada la infancia
Está sobrevalorada la CULTURA
Está sobrevalorada la educación
Está sobrevalorada la música
Está sobrevalorado dios
Está sobrevalorado el cine arte
Está sobrevalorado el puerto usb
Está sobrevalorado el lenguaje
Está sobrevalorada la sonrisa.

15.6.11

Pleistosceno

Siempre hay un punto de no retorno para muchas cosas. Estoy al borde de tatuarme esa raya en la espalda, como marcando lo que no es y lo que no vuelve y las respuestas que no espero, a pesar de que respuesta implique una necesidad previa, siempre. Estoy en esos días en que cortarme los trozos que me sobran es indispensable, y al restar quedo en cero. Soy el subsuelo caliente de pies que no descansan.

14.6.11

Mocedades

Me gusta pensar que soy auténtica y que en realidad sería más una víctima de Patrick Bateman que él mismo. Pero de repente igual mis ambigüedades me asustan y como me conozco más que la cresta, esos dolores de guata de repudio después de haberme encandilado me dan más miedo que placer. Pido amor como una enferma para después gritar que me dejen sola y que se vayan todos a la mierda. Y esa suele ser una actitud tan mia como la primera. Me encanta tener algo que pensar, me encanta ser crítica y que nada funcione para tener cosas que analizar. Y así se me va a ir la vida, porque siempre todo funciona al revés y eso tiene su gracia. Pero me canso. Y he aquí una revelación más ex-nihilo que muchas, porque en realidad no tengo razones para escribir más allá de esas que me matan cuando voy caminando por la calle hablando sola, soportando el peso de una cabeza que de repente es más grande que yo misma y me transformo en una metonimia con lindas botas.
Lo único que quiero es llenar el silencio con besos. Unos gordos, apasionados, primeros besos. Primeros besos para siempre nunca. O ausencia total y sentarme a mirar el cielo con un árbol detrás y un chal cuadrillé. Un montón de sueños en grande.

10.6.11

De nuevo todo tiene que ver con la consciencia.