30.7.13

Embrace the panic

Hace 1 mes - aproximadamente- robaron mi casa.

Lo gracioso es que había colocado "robaron mi hogar" y lo borré. De repente se transformó en una casa, solo en una casa, un departamento que no fue más mi hogar. Me cuesta borrar esa sensación.

Me cuesta borrar no solo porque me cuesta manejar el teclado de mi computador nuevo, sino porque soy de ideas fijas y no borro porque sí, sino que borro.

Luego, exactamente 1 semana después, como si la vida fuera una mala serie de sony, me dieron un trabajo mega bien remunerado, con un cargo directivo, una oficina y depósito de clips. La mayoría del tiempo no me creo nada lo que ocurre, porque las razones tienden a ser más casuales que causales. Y la casualidad no tiene nada más que crueldad pero carece de valor.

También se perdieron mis escritos en ese robo. Años de textos y mi primer proyecto de conjunción contundente con buenas líneas escritas. Me acabo de dar cuenta que es la primera vez que escribo desde que todo esto pasó. Quizás por eso no quiero comprometerme, porque todo se cae sin aviso y estruendosamente. Amo muchas cosas pero no me comprometo. Hay hartas pasiones, pero soy muy buena para hacer lo que tengo que hacer y no para hacer lo que amo.

Nunca, nunca había llorado con tanto miedo como cuando me di cuenta que mis cosas habían desaparecido. Quizás porque siempre espero compensación por los dolores, como si la vida fuera balanceada. Y esto si que no tiene compensación alguna, lo irremediable. 

Sería harto bueno empezar a ejercitarme en eso, en lo irremediable. Ya está bueno ya.

30.5.13

Capítulo 2
Te amo por la risa y las calenturas curiosas.

Te amo por la risa.
Reírme contigo es la cosa más sincera del mundo.
Que te rías de mí.
Reír de nosotros. 

Reír antes de dormirnos porque no sé cuál es la segunda y solo sé hacer neutro. Reír en trenes, en aviones, en la nieve, en la playa, en la noche, en la mañana. Reír después de follarnos o durante. Reír internacionalmente. Reír en lugares dónde no hay que reír, como las iglesias o los museos. Reír dentro de uno pero con el otro, cuando uno se acuerda de cosas tan absolutamente deliciosas, que no es posible evitar la sonrisa en la calle o en la micro. Tú me descubriste la sonrisa, y reír contigo ha sido hermoso, porque es tan brutal y honesto que me da como cien entradas de plusvalía en la explicación de por qué te amo. Porque es un reflejo de la sensación tranquila, de bienestar y de profundidad que me generas. Como de estar en paz con el mundo y por eso solo reír.

También te amo porque me calientas de formas inexplicables. Me calienta que tengas alfileres en tu cajón. Que sepas quién es Foucault, Durhhaimer ¿??, Luhmann, la Preciado, la Butler, el sujetín de la teoría de sistemas y el otro ese que habla tonteras y que es el primero que se te vino a la cabeza. Pero también me calienta que sepas quiénes son las Indomables y hayas tenido curiosidad de ver a Nachito Gutierrez en la marcha de la igualdad.

Que sepas usar el photoshop me perturba intensamente en las entrañas. Casi tanto como pensar tu mano en mi vientre mientras.

Me calienta que leas. Que tengas predilección por las botellas de vidrio, que te guste Caravaggio. De tu buena ortografía para qué hablamos, me encanta que tengas linda letra y que te enchuches por cosas terribles con la misma pasión con la que me agarras y me besas. Que te enojes me calienta, es súper enfermo eso, pero es. Que respondas mis preguntas, que me digas que soy intragable. Que sepas de computación, que te guste la tecnología, que teclees duro. Me excita que teclees duro y mirando a la pantalla. Es raro eso, creo yo, porque mucha gente puede hacer eso pero solo en ti me produce cataclismos carnales. (Cómprate una silla, pronto.) 

Me encanta tu cuello y tu barba. Es una parte muy masculina de ti, y es no consciente, quizás por eso me gusta tanto, porque conoces muy bien tu ser masculino pero hay sectores de tu cuerpo que son inexplorados por ti y que me perturban por eso, porque cosas suceden, explosivas y complejas, que me llenan el cuerpo y los brazos.

El otro día soñé que rechazaba a un tipo desconocido. Riendo, le decía que estaba cagado, que yo necesitaba que no sólo me penetraran el cuerpo en el sexo. Necesitaba un sujeto que me follara la cabeza, que me entrara hasta el cerebro en cada embestida. Que nadie podía equiparar eso de ti, que no iba a cambiar la follada de broma que me podía dar él por lo que tú y yo tenemos.

Aunque eso de follarse hasta la mente suena un poco brutal (y profundo…), eso es lo que siento, me entraste hasta la médula de un modo no convencional y te quedaste ahí como el peor/mejor de los virus transformadores de vida. Me cambiaste la vida tan para bien, tan para lindo, tan para soñar tantas cosas. Porque eres tan bien, tan rico, tan de sueño. Quiero darte hijos, cargarte la bip, hacerte queques, cambiarte el balón de gas, y todas esas cosas románticas que se dice la gente. Pero también quiero abrazarte hasta que te abrases y tocarte la patita en la noche, quiero seguir escondiéndome en tu axila y en tu cuello, quiero provocarte cosas y hacer que te vuelvas loco y que nos sigamos riendo y follando...

Quiero seguir rozándote el resto de mi vida.

Esa es una certeza incorregible e incorruptible, mi amor, porque preexiste en todo lo que creamos y creemos juntos. Quiero ser contigo no sólo lo que soy ahora sino también lo que podamos convertirnos juntos. Acá o dónde sea.

Te amo no solo porque me río y me provocas calenturas curiosas.