Capítulo 2
Te amo por la risa y las calenturas
curiosas.
Te amo por la risa.
Reírme contigo es la cosa más sincera del mundo.
Que te rías de mí.
Reír de nosotros.
Reír antes de dormirnos porque no sé cuál es la segunda y solo sé hacer
neutro. Reír en trenes, en aviones, en la nieve, en la playa, en la noche, en
la mañana. Reír después de follarnos o durante. Reír internacionalmente. Reír
en lugares dónde no hay que reír, como las iglesias o los museos. Reír dentro
de uno pero con el otro, cuando uno se acuerda de cosas tan absolutamente
deliciosas, que no es posible evitar la sonrisa en la calle o en la micro. Tú
me descubriste la sonrisa, y reír contigo ha sido hermoso, porque es tan brutal
y honesto que me da como cien entradas de plusvalía en la explicación de por
qué te amo. Porque es un reflejo de la sensación tranquila, de bienestar y
de profundidad que me generas. Como de estar en paz con el mundo y por eso solo
reír.
También te amo porque me calientas de formas inexplicables. Me calienta
que tengas alfileres en tu cajón. Que sepas quién es Foucault, Durhhaimer ¿??,
Luhmann, la Preciado, la Butler, el sujetín de la teoría de sistemas y el otro
ese que habla tonteras y que es el primero que se te vino a la cabeza.
Pero también me calienta que sepas quiénes son las Indomables y hayas
tenido curiosidad de ver a Nachito Gutierrez en la marcha de la igualdad.
Que sepas usar el photoshop me perturba intensamente en las entrañas.
Casi tanto como pensar tu mano en mi vientre mientras.
Me calienta que leas. Que tengas predilección por las botellas de
vidrio, que te guste Caravaggio. De tu buena ortografía para qué hablamos, me
encanta que tengas linda letra y que te enchuches por cosas terribles con
la misma pasión con la que me agarras y me besas. Que te enojes me calienta, es
súper enfermo eso, pero es. Que respondas mis preguntas, que me digas que soy
intragable. Que sepas de computación, que te guste la tecnología, que teclees
duro. Me excita que teclees duro y mirando a la pantalla. Es raro eso, creo yo,
porque mucha gente puede hacer eso pero solo en ti me produce cataclismos
carnales. (Cómprate una silla, pronto.)
Me encanta tu cuello y tu barba. Es una parte muy masculina de ti, y es
no consciente, quizás por eso me gusta tanto, porque conoces muy bien tu ser
masculino pero hay sectores de tu cuerpo que son inexplorados por ti y que me
perturban por eso, porque cosas suceden, explosivas y complejas, que me llenan
el cuerpo y los brazos.
El otro día soñé que rechazaba a un tipo desconocido. Riendo, le decía
que estaba cagado, que yo necesitaba que no sólo me penetraran el cuerpo en el
sexo. Necesitaba un sujeto que me follara la cabeza, que me entrara hasta el
cerebro en cada embestida. Que nadie podía equiparar eso de ti, que no iba a
cambiar la follada de broma que me podía dar él por lo que tú y yo tenemos.
Aunque eso de follarse hasta la mente suena un poco brutal (y profundo…),
eso es lo que siento, me entraste hasta la médula de un modo no convencional y
te quedaste ahí como el peor/mejor de los virus transformadores de vida. Me
cambiaste la vida tan para bien, tan para lindo, tan para soñar tantas cosas. Porque eres tan bien, tan rico, tan de sueño. Quiero
darte hijos, cargarte la bip, hacerte queques, cambiarte el balón de gas, y
todas esas cosas románticas que se dice la gente. Pero también quiero abrazarte
hasta que te abrases y tocarte la patita en la noche, quiero seguir escondiéndome
en tu axila y en tu cuello, quiero provocarte cosas y hacer que te vuelvas loco y que nos sigamos riendo y follando...
Quiero seguir rozándote el resto de mi vida.
Esa es una certeza incorregible e incorruptible, mi amor, porque
preexiste en todo lo que creamos y creemos juntos. Quiero ser contigo no sólo
lo que soy ahora sino también lo que podamos convertirnos juntos. Acá o dónde
sea.
Te amo no solo porque me río y me provocas calenturas curiosas.