31.12.06

Carlos Busca Sombra.



Yo paso a través de las personas...

imperceptible

no me noto,

no me miran

y soy casi invisible.


No logro comprender como hay gente que llama tanto la atención.

¿Cómo aguantan esos ricos,

esos que se creen la muerte cuando caminan,

que se den vuelta a mirarlos?


No puedo...

no, no podría.

Por eso yo no me veo...


Y soy capo para esconderme,

ocupo edificios,

casetas,

grifos,

paraderos,

postes,

las rejas;

pero lejos,

mis favoritos,

son los árboles.


Me gustan los árboles.

Aunque cada vez hay más pocos.


No sé si se acuerda,

no,

igual es jovencita,

de la Plaza de Armas,

esa donde cabalgaba feliz Pedro de Valdivia,

hace unos años,

rodeado de hojas verdes.

Y ¿ahora? ¿ha visto?


Pelado, cemento, gris.


Puras banquitas que como son chicas,

ni me tapan.


Por eso me gustan los árboles,

especialmente esos gordos,

que te cubren todo el cuerpo,

y hasta dejan espacio para mirar...

pero no vaya creer que yo miro por mirar.


No.


Solo veo

para saber si me miran


En esas calles que son frondositas...

uno va dando un paso,

y llega a un árbol...


Mira.


Da otro paso,

llega al otro árbol,

y vuelve a mirar.


Pero en esos lugares

en que no hay nada verde,

todo vacío,

no queda otra

que tirarse al suelo

y así salir de la vista de los otros.


Pero uno queda con los brazos todos rasguñados,

...es difícil arrastrarse en las veredas de Santiago.


En verano por ejemplo,

las sombras más buenas,

son esas de las tres de la tarde.


Aparte que no hay nadie en la calle,

yo me pongo siempre

uno de esos chalecos de cuello alto,

para salir,

uno que me trajeron de Angelmó,

que cubren la cara.

Y me tapo la cabeza

con el pasamontañas.


A veces, cuando hay suficiente calor,

puedes confundirte con la sombra.


Y así me ha resultado hasta ahora doctora.


Aunque ¿sabe?,

y por eso vine,

igual he notado que me miran...

...

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