14.8.07

Carnaval.

Puedo hacerlo una y otra vez. Le conté que me comí sus entrañas en un lamido ficticio.
Y mi tema se repite una y otra vez. Logré sacarlo de mis profundidades para enrostrarselo en una sonrisa de lástima y perderme otra vez en tus intentos por atravesarme en palabras negras, estacas de carne y gemidos blancuzcos. Puedo no ser nada tantas veces y derrumbar tanto al mismo tiempo. Tanta basura entremedio de la carne.

Tantos sin sentido sentidos hasta el fondo.

¿Porque no solo reconocer la miserabilidad humana y lamer sus locuras con las mismas ganas con que nos embardunamos el resto del cuerpo? Tú y las locuras animales. Tú y tus cocodrilos sagrados, tus cráneos hediondos a cloro perdido. Tú y tus pulpos enroscándose entre las piernas.
Tú y los calores corporales que no existían callados por la nausea.

Y las cuencas me siguen mirando con ganas de que las rellene de carne y las mordidas no sean solo de aire. Me besaste y no niegues nunca el deseo que puede huir de ti sin mirar el rostro delante de tus piezas. Yo no te busqué la boca y el cuerpo. Yo sí invoqué el asco y los retazos salados de tu alma rota. Repartamos las culpas. Ahora, yo me acuesto entre tus trozos de vidrio-sangre-negra-muerta y tú puedes quedarte con el sabor de mi piel entre los dedos del cuerpo.

Carneia, un oráculo, tres pinceles, dos órdenes y una pelvis sola: la de Travolta.
Shake- shack!

1 comentario:

chica mandarina (con interior azul) dijo...

¿Podremos amar sin matar alguna vez? ¿Sin atrevesarnos con decadencias metafóricas para placer o para dejar de respirar (que vendría a ser lo mismo)?

Lo único que sé es que yo te quiero, y si algún día te mato, yo ya habré muerto antes.