5.7.08

Detail.

Lloré, se me agolparon las letras en los dedos el otro día en que lloré. Lloré como un barraco, por todo, por mi pasado, mi presente y mi futuro. Por mi sensación de que las cosas no están realmente bien cuando sí lo están. Por mi idea absurda de perfeccionarlo todo, incluso a mi misma, mis aspiraciones de control y la pérdida completa de él. Lloré porque podría engañar, porque podría mentir, porque podría llorar. Lloré porque no tengo sangre que me toque, a pesar de que mi sangre sí se siente tocada por dedos en los que no puedo derretirme completa. Por eso también lloré, por el fin del cuento, por esta princesa despojada de su castillo, de su principe, de su despertar de ensueño. No porque esto me pese, de hecho, particularmente abrigo la esperanza de algún día criar a mi hija para que cuando esté en edad de entregar sus emociones vibrantes y necias, no las crea dignas de Disney o de Amelie, pero aún asi lloré, porque los términos y los comienzos siempre duelen y yo vivo empezando. Lloré, porque mis miedos llegan a niveles insospechados, aunque quiera negarlos, aunque deba negarlos para poder levantarme temprano y que mis heridas cicatricen. La última vez que lloré asi, estaba en Florencia, Italia, con una pieza para mi sola y dos meses de acumulación ética no explotable en público. Igual que esa vez, lloré de esos llantos de adentro, que te limpian la cabeza, los ojos, las visceras, el alma. Compulsos, casi epilepticos, inevitables. Y adoré sus manos cerrándome los parpados, quedándose, quedándose tanto que me aterra y me daban más ganas de llorar con ello. Odio la cursibilidad tanto como la necesito, y también lloré por eso, por reconocer ese deseo antañoso, brillante, suicida, de tirarse de la mano por los abismos y todos los black hole.

No niego que me carga llorar, y a la vez me encanta. Llorar es como evidenciarse, como usurpar un poquito del mar y sacartelo por los ojos, con la inmensidad que ello implica, con un ímpetu que se revienta particularmente en un sin fin de lágrimas y mocos. Porque sí, yo lloro con mocos, no puedo evitarlo, a no ser que me tire a mi cama boca arriba a llorar, cosa que no hago muy a menudo, porque en realidad, la idea es esconderse lo más subterráneamente posible para que los ojos hinchados no te los vea nadie. Yo sufro el síndrome del avestruz depresivo (podría ser una linda postura kung fu) , pero no. Por eso tambien lloré, estaba desesperada y estabas ahi. Has estado ahi y me di cuenta que por lo mismo no he tenido suficientes razones para llorar con esa furia incontrolable desde hace mucho. Esa, fue una razón mas grande para llorar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Llorar es como una de esas contradicciones verdes y negras que parecen estar en ti. De esas que lo despiertan todo, nena.

La Furia incontrolabre de esa Furia Loca.
Umveso!
;_:

gracias por subirte a Babieca y regalarme 19 horas non stop de accion en moviento. :D

Anónimo dijo...

Uuuuuu. si calculamos.
19 + (24x5) + 21.

Hartas horas de acción en movimiento, con sus ojitos
de cámara luviosa.

Espero que el este yendo bien en las
vacaciones dentro de las vacaciones
de las vacaciones.

sino, llegare a poner oooorrden a la querencia :D

loviu!

C. dijo...

la otra vez lei tu texto pero no alcanze a postearte, pienso ke llorar nos limpia el dolor aunke a veces no keramos hacerlo, pk a mi tb me carga llorar, en fin no soy buena escribiendo pero me gusto harto tu texto Paz... lastima ke no alcanze conocerte y ¿ahora como hago la letra para el nuevo hit del verano? :/ bueno ahi lo veremos, ojala ke esti bien, cuidate y aprovecha las vacaciones!
:D
saludos!