22.10.08

La ignorancia mata.

Hay tanto que desconozco. Como una adicción, me muevo entre las sombras de mis propias deducciones para sobrevivir y seguir respirando en un estertor eterno. Estoy tan enojada. Molesta hasta las entrañas. Ni una duda, nada. Las únicas presentes son las que me cubren la cintura y me envuelven los brazos. Como la aluza, creo que estoy cubierta con una capa de piel de cocodrilo impenetrable y las lágrimas son solo para sacarme el exceso de sal. No tengo miedo. Me busco con los dedos comidos a pesar de que el teclado y los lápices se atrofien.

2 comentarios:

C. dijo...

me gusta como juegas con las palabras.

Horacio dijo...

además los lápices ya te los habías clavado en los ojos