3.2.08

De los pensamientos en Tren.

No niego que te pienso seguido. Quizás más de lo que te pensaba en Santiago, con una consideraciòn que se me sale desde adentro. No sé qué signifique. Yo creo que nada. Desvaríos de mujer premenstrual en un tren loco que avanza comiendose los rieles con una velocidad impresionante. Las distancias se miden en kilometros. Y en tiempo. Yo le creo más al tiempo. Confieso que no me gusta tu boca. Lo siento. No pude y es casi un epilogo. Sin embargo, me producen cosas tus manos con férrea decisión en mi cuello. Y tus palabras torpes rogando por robarme los labios. No puedo negarlo. Eso, decisiòn, es algo a lo que no he estado acostumbrada en mucho tiempo. Y me seduce. Pero no es suficiente. Algo dentro mío me dice que no es suficiente.
No puedo negar tampoco que toda la intensidad con la que me apremian tus brazos es cegadora. Pero no puedo. no puedo ignorar la vocecilla con forma de campanita malévola que me dice que el camino no es tus manos. Porque me muevo desde esas entrañas rojas y púrpuras que son del vasallaje de un mal tipo que no las merece. Lo siento. De verdad perdona. Creo que pudimos ser felices si tú no fueras quién eres y yo no fuera quién soy. Pero por ahora solo me queda dejar de mirar el reflejo y seguir pensando que en alguna parte tendré dónde bajarme.

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