Hay tanto que desconozco. Como una adicción, me muevo entre las sombras de mis propias deducciones para sobrevivir y seguir respirando en un estertor eterno. Estoy tan enojada. Molesta hasta las entrañas. Ni una duda, nada. Las únicas presentes son las que me cubren la cintura y me envuelven los brazos. Como la aluza, creo que estoy cubierta con una capa de piel de cocodrilo impenetrable y las lágrimas son solo para sacarme el exceso de sal. No tengo miedo. Me busco con los dedos comidos a pesar de que el teclado y los lápices se atrofien.
Aitana, el nuevo fenómeno del pop español
Hace 2 días