5.7.07

Una reflexión de fin de siglo.

No hay poesía sin cordura.

No hay letras sin ansia.

Y el ansia y la cordura se acurrucan en los brazos de su madre de seno marchito que no pudo darles de comer. Locura que no alimentaste a tus retoños con mandrágoras y venenos suficientes como para que no terminaran cantando un reggeaton perdido. No hay, en la Locura, espasmos que no produzcan dolor dolor el primer sentimiento del mundo no hay en la Locura pujes que no resulten en partos de criaturas monstruosas llorando. Sólo así entre lambadas y oh mamá ella me ha besado, los gritos que se escuchen no huelen a nada, no son visibles para ningun oído, ni palpables para ninguna boca.
Que la muerte que nos acompaña en el camino negro de los ángeles me proteja. Una brisa, un escalofrío, un chery chery lady y el hechizo está cumplido. Y usted no se olvide de adquirir su manual 2006. Dawn se escucha en las comisuras de las paredes. Paredes con ojos y falos pintados.
Para qué hablar del peso en los párpados de seis meses completos que te desgarraron con la uñahoz igual que a Mahoma dejandote abierta y expuesta a los escupos de siglos venideros.
Un semestre de lentes rayban y pelos vistosos, cachondo y ordinario que se hace a un lado no sin esfuerzo para dejarle su puesto a un idiota engominado con cara de responsabilidad. Y no es quiera ser maestra ni objeto de la letra de un wisin y yandel pero de que sobreviví sobreviví, dawn y todo, aqui estoy, más completa que nunca gritándote a ti Locura, que detesto que me dejes botada en ocasiones para ir a jugar con tus pezones en intentos descarados por revivir su sensibilidad. Definitivamente, si vuelvo y nuestros payasos siguen riendo juntos, es porque no tengo orgullo contigo y me encantan tus gritos sin sentido. No vuelvo más que a esperar que me caigan tus salivazos en la cara.

Feliz comienzo.

Lenguas a tus desarraigos.



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